El suicidio, intentado o consumado, es un complejo enigma para la condición humana. No puede ser presentado como un desorden unitario. No puede emplearse ningún modelo de formulación psicodinámica o biopsicosocial para generalizar una teoría común en la compresión del comportamiento suicida. Para casi todos los casos de suicido consumado, la autopsia psicológica revela distintos sucesos. En otras palabras, el amplio rango de comportamiento suicida proporciona “un algo” que abarca muchas enfermedades, trastornos y problemas de la vida.
Estos elementos tienen implicaciones altamente significativas en cuanto al manejo de los acercamientos a los pacientes suicidas y serán tratados más adelante. La angustia intolerable parece ser la única amenaza común que une a casi todos los casos de conducta suicida.
Por lo general, en nuestra sociedad occidental el comportamiento suicida es desalentado, moral, y éticamente. Esto tiene que ver, en gran parte, con la completa dirección de la orientación de la vida en que los humanos establecen el curso de esta. Además de que el comportamiento es un poco complicado, evoca en nosotros un conjunto más amplio de emociones hostiles que abarcan aborrecimiento, ira, tristeza y ansiedad. Esta combinación de reacciones, no sólo en la población en general, sino también entre profesionales de la salud, nos despierta una amplia una amplia variedad de maneras de enfrentarla: Algunas son verdaderamente adaptables, por ejemplo, en proporcionar asistencia y apoyo a los pacientes y a sus familias y en realizar investigaciones que contribuyen a nuestra compresión. Otras formas son más contraproducentes; por ejemplo, negando la existencia o la dimensión del problema del suicidio, ofreciendo información falsa y por tanto deformando el análisis epidemiológico o perceptuando la mitología asociada con el tema del suicidio.
Mitos y Realidades
Acerca del Suicidio
En gran parte como resultado de los problemas señalados antes y por aspectos relacionados con el conocimiento público y profesional, a través de los años han surgido varios mitos en torno al suicidio. Entre algunos de estos mitos y realidades asociadas a ellos (1*) se incluyen:
1. El mito de que la persona que habla de suicidio difícilmente lo intenta o lo comete
La realidad es que aproximadamente entre 70 y 75 por ciento de los jóvenes que intentan o comenten el suicidio han proporcionado pistas, verbales o no, de sus intenciones en las semanas precedentes. Todas las amenazas de suicidio deben tomarse en serio.
2. El mito de que los jóvenes que intentan suicidarse están buscando atención
La realidad es que semejante percepción refleja una falta de conocimiento y compresión de los complejos factores relacionados con el comportamiento suicida. Mientras que algunos casos la búsqueda de atención pudiera ser una ganancia secundaria del comportamiento suicida, se deben hacer todo tipo de esfuerzos para entender las causas básicas que conducen al comportamiento suicida.
3. El mito de que la persona suicida está definitivamente eligiendo la muerte más que la vida
Siempre hay una considerable cantidad de ambivalencia asociada con el comportamiento suicida. La mayoría de las personas que exhiben estos comportamientos están abrumadas por sus problemas y presentan dificultad para encontrar soluciones. También ellas dan indicios de sus intenciones. El problema principal no es que quieran morir, sino existe alguna manera de seguir viviendo.
4. El mito de que todas las personas suicidas están deprimidas
Mientras que casi todas las investigaciones señalan que la mayoría de las personas que manifiestan comportamiento suicida muestran rasgos de depresión, el comportamiento suicida esta significativamente asociado con otros trastornos psiquiátricos y otros factores de alto riesgo que serán planteados más adelante.
5. El mito de que propiciando que la juventud hable acerca del suicidio se incrementa el riesgo del comportamiento suicida y se “plantan las “semillas” del mismo.
La realidad es que, si se analiza adecuadamente el comportamiento suicida, se incrementarán las posibilidades para prevenirlo o para intervenir oportunamente. En especial, para los adolescentes que han sido instruidos acerca del problema del suicidio, parece importante subrayar la disponibilidad de recursos de cuidado de la salud en la comunidad local con el fin de evitar un efecto de imitación.
6. El mito de que los niños no piensan en suicidarse
La realidad es que nuestro aborrecimiento y subsecuente negación en relación con los niños y el suicidio nos hacen desear que este mito fuera verdad. La realidad es que el suicidio es la segunda causa de muerte más común de la juventud colombiana y las estadísticas con que se tropiezan grupos de todas las edades son alarmantes.
